Que la palabra dé vida.

Quizá el mejor remedio, el mejor talismán, sea saber que no hay talismanes, que en cada situación se nos dará el talismán oportuno para el caso, quizá el único talismán válido sea esa fe, esa certeza, saber que cada oscuridad lleva siempre su ventana y su rastro y senda de luz.

pero un sí que lleve a algo, un dar porque has de dar, un desafío pleno, un camino a camino y no llegar, un estar donde sí, un estar todo fuego, un estar todo aquí

y sí porque las cosas lo piden cual destino, y sí porque dar todo es dar donde he de dar, y sí porque no tengo otro porqué más vivo, y sí porque es que sí, porque quiero crecer, porque quiero vivir

y donde busques dale un sí firme al abismo, y abre todas las puertas, y olvida todo signo, y no atiendas a nada, solo a ti, sólo a mí, sólo a mí que soy fuego, espíritu y ceniza y en la ceniza río

y no porque es que no, y no sin definirlo, y no que sea no porque el no nace vivo, un no que es ya conciencia y ya camino, un no que es como un reino de ti y a mí designio

y dar más, querer más, buscar más, saber más, echar abajo el mundo, echar abajo el mundo

y echarlo desde arriba bien abajo al abismo, ser uno mismo abismo, ser uno mismo mundo y luz y dios enfermo y dios fuerte y cautivo, ser uno mismo sueño y acertar donde nadie parece dar conmigo: en la luz, en la voz, en la sed, en el sino

y acertar en lo indigno

Y que toda vanidad decaiga, y que todo ruido se apague, que haya luz, que la luz esté y sea todo, que la luz mane de mí y para mí, que empiece el mundo, que empiece lo puro, que la sed se sacie, que empiece mi luz a vivir.

El abandono, el abandono absoluto, el abismo, la sed, la bondad, el ideal llegado, la nada que es sólo amor. Yo.