OTRA MANERA, por Santiago Tena
Otra manera de decirlo es que franca a franca desnudez el alma se hace mía, que hay un tú, que hay un yo, que hay una puerta, que estamos, que queremos, que subimos, que seguimos, que vamos a más.
Otra manera de decirlo es forzarte carne y niña, carne y voz, carne y alma en la boca y boca a boca el sol, otra manera de decirlo es abrirte por dentro cual espada de voz, cual reina, cual rima, cual un sol grande en cada sed, cual un cantar de dentro tu desesperación, tu templanza, tu tino, tu riqueza, mi país, tu temblor, tu equilibrio. Otra manera de decirlo es forzar desde dentro el agua mía, forzarte desde dentro la fogata, el velero, la impaciencia, la vida. Otra manera de decirlo es clavarte por dentro y adentro de mí y a mí y a mi manera y tuya los gritos, la canción, la gracia, la imprudencia, el amor, la razón, mi orgullo, mis heridas.
Otra manera de decirlo es cantar en silencio, abrir la voluntad, descartar el estruendo, sacar del cielo el trueno y de dentro del trueno abrirte en fotograma y en sonido y en tacto y en malicia. Y de dentro del trueno hacerte vida.
O decir que ya sí, que sí quiero, que más, que esta noche, que ahora, que no esperes, que no te hagas más esperar, o decir que ahora mismo, que en la puerta de al lado, que despiertes, que vengas, que me busques, que pidas, que te enciendas, que aguantes, que me arregles, que digas, que me quites, que sigas, que te aumentes, que caigas, que te abras Dios mujer y Dios herida. Que te quiero sin fuerzas y con sol y con cierres y con gasas y herida, que te quiero hecha trueno e incendio y rayo y mía. Que te quiero de amor en mi boca vacía, libre y gozosa y mía.
martes, 28 de febrero de 2012
lunes, 27 de febrero de 2012
DE FUEGO, por Santiago Tena
Todo lo que se hace se hace porque sí. Vientos y mares y palabras y lloros vienen porque sí. Y en todos ellos andas tú, como una brisa, como un soplo, como un quedar. Y en todos ellos vuelo yo.
Y aunque no haya lugar al que asirse, ni mañana ni Dios, en toda frente tengo luz. Y busco el alma pobre de cada cosa para hacerla mía, y lloro en el alma pobre de cada cosa por en ella llorar contigo. Y de tanta pena y de tanta agua el mar del que llegamos se hace fuego, y el fuego del que somos se hace luz, y duele como duele el fuego dentro cuando en los sueños se nos clava la verdad.
Yo soy del fuego. Yo soy el fuego. Tanto que mi penar es pena grande solo porque así parece fuego, clava y duele fuerte solo porque así quema cual fuego, grita y grita fuerte solo porque así la inflamación es pura, el llanto vivo, el dolor más.
Yo creo en el fuego. No veo en él condena ni tortura ni infierno: yo al fuego lo llamo amor y gloria y Dios y cielo. Yo soy luz porque de luz es el fuego. Yo estoy ardiendo porque solo ardiendo desmiento el gris y la mentira de esta vida que nos han engañado diciéndonos que es cierta. Lo cierto es el fuego. Lo cierto soy yo. Lo cierto es lo claro, lo intenso, lo fuerte, lo siento. Lo cierto es el fuego.
De ahí que la llama tenga su nombre: en ella está la señal, la ruta, la llamada, el reino. De ahí que en la llama la fuerza sea reina, estampa, sello, color, destino, llego.
Y de ahí que decir sea llamar y que llamar sea creo, y que creo sea estoy y que estoy sea no llego, mas siempre he estado aquí, siempre he jugado al fuego, siempre he ganado al frío, siempre yo, siempre velo.
Todo lo que se hace se hace porque sí. Vientos y mares y palabras y lloros vienen porque sí. Y en todos ellos andas tú, como una brisa, como un soplo, como un quedar. Y en todos ellos vuelo yo.
Y aunque no haya lugar al que asirse, ni mañana ni Dios, en toda frente tengo luz. Y busco el alma pobre de cada cosa para hacerla mía, y lloro en el alma pobre de cada cosa por en ella llorar contigo. Y de tanta pena y de tanta agua el mar del que llegamos se hace fuego, y el fuego del que somos se hace luz, y duele como duele el fuego dentro cuando en los sueños se nos clava la verdad.
Yo soy del fuego. Yo soy el fuego. Tanto que mi penar es pena grande solo porque así parece fuego, clava y duele fuerte solo porque así quema cual fuego, grita y grita fuerte solo porque así la inflamación es pura, el llanto vivo, el dolor más.
Yo creo en el fuego. No veo en él condena ni tortura ni infierno: yo al fuego lo llamo amor y gloria y Dios y cielo. Yo soy luz porque de luz es el fuego. Yo estoy ardiendo porque solo ardiendo desmiento el gris y la mentira de esta vida que nos han engañado diciéndonos que es cierta. Lo cierto es el fuego. Lo cierto soy yo. Lo cierto es lo claro, lo intenso, lo fuerte, lo siento. Lo cierto es el fuego.
De ahí que la llama tenga su nombre: en ella está la señal, la ruta, la llamada, el reino. De ahí que en la llama la fuerza sea reina, estampa, sello, color, destino, llego.
Y de ahí que decir sea llamar y que llamar sea creo, y que creo sea estoy y que estoy sea no llego, mas siempre he estado aquí, siempre he jugado al fuego, siempre he ganado al frío, siempre yo, siempre velo.
domingo, 26 de febrero de 2012
ANTISOCIAL, por Santiago Tena
Soy profundamente antisocial. Creo en mi antisociedad, en mi antidespedida, en mi antiseriedad. El silencio es mi única calle. Tiene sus salidas y sus entradas, sus puertas y sus noes, y todos dan a mí.
Soy profusamente antifatal. Doy del destino los créditos y las deudas, y todo en el destino habla de mí. Soy perfectamente antiestatal.
Y los pasos dan lo que dan, y todo lo que era soy hoy más veces, y todo canta con el aire con que el hombre le habla al Dios del que es modelo y en el que da el reflejo. Soy pacientemente antiletal. Y creo en yo.
Anda la fe con gatos en el aire, y yo a los gatos les doy el pan, anda la fe con memorias en el guante, y yo del guante sé lo total, y yo del guante soy lo total. Y bueno, cuánta fe y cuánta memoria, cuántas las fuerzas niñas, cuántos los niños grandes, cuántas las lentas muertes, cuánta resurrección, cuánta miseria, yo, cuántos los grandes reinos, cuántos sus declinares, cuán la caída alta, cuán desastroso el fin.
Mas yo he de revivir.
A un todo todo, a un dar de lleno, a un ser de mí. No hay ideas, no hay ciencia, no hay deseo, no hay sí. Y yo he de revivir.
Soy como el que se dice que ha de andar a lo bajo y luego de lo bajo da el color y la fe, y en lo bajo soy alto y en el hombre soy Dios. Y estrella a estrella el mundo se me llena de mí, y el mundo todo mío se hace mundo por ti.
Recuerdo la mañana en que te dije que pusieras de nuevo cada estrella en su sitio, y cómo esa mañana te empezaste a asustar. Y te sigo diciendo que soy perfectamente, aseguradamente, felicísimamente, eternísimamente fatal y antisocial. Y que soy como soy y que así he de seguir y he de ir a peor. Y que serlo me hace más feliz que no serlo, lo voy a seguir siendo, mucho más si se puede, mucho más francamente total y antisocial, fatal y radical, y mío y libertad.
Soy profundamente antisocial. Creo en mi antisociedad, en mi antidespedida, en mi antiseriedad. El silencio es mi única calle. Tiene sus salidas y sus entradas, sus puertas y sus noes, y todos dan a mí.
Soy profusamente antifatal. Doy del destino los créditos y las deudas, y todo en el destino habla de mí. Soy perfectamente antiestatal.
Y los pasos dan lo que dan, y todo lo que era soy hoy más veces, y todo canta con el aire con que el hombre le habla al Dios del que es modelo y en el que da el reflejo. Soy pacientemente antiletal. Y creo en yo.
Anda la fe con gatos en el aire, y yo a los gatos les doy el pan, anda la fe con memorias en el guante, y yo del guante sé lo total, y yo del guante soy lo total. Y bueno, cuánta fe y cuánta memoria, cuántas las fuerzas niñas, cuántos los niños grandes, cuántas las lentas muertes, cuánta resurrección, cuánta miseria, yo, cuántos los grandes reinos, cuántos sus declinares, cuán la caída alta, cuán desastroso el fin.
Mas yo he de revivir.
A un todo todo, a un dar de lleno, a un ser de mí. No hay ideas, no hay ciencia, no hay deseo, no hay sí. Y yo he de revivir.
Soy como el que se dice que ha de andar a lo bajo y luego de lo bajo da el color y la fe, y en lo bajo soy alto y en el hombre soy Dios. Y estrella a estrella el mundo se me llena de mí, y el mundo todo mío se hace mundo por ti.
Recuerdo la mañana en que te dije que pusieras de nuevo cada estrella en su sitio, y cómo esa mañana te empezaste a asustar. Y te sigo diciendo que soy perfectamente, aseguradamente, felicísimamente, eternísimamente fatal y antisocial. Y que soy como soy y que así he de seguir y he de ir a peor. Y que serlo me hace más feliz que no serlo, lo voy a seguir siendo, mucho más si se puede, mucho más francamente total y antisocial, fatal y radical, y mío y libertad.
domingo, 5 de febrero de 2012
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