lunes, 27 de febrero de 2012

DE FUEGO, por Santiago Tena

Todo lo que se hace se hace porque sí. Vientos y mares y palabras y lloros vienen porque sí. Y en todos ellos andas tú, como una brisa, como un soplo, como un quedar. Y en todos ellos vuelo yo.

Y aunque no haya lugar al que asirse, ni mañana ni Dios, en toda frente tengo luz. Y busco el alma pobre de cada cosa para hacerla mía, y lloro en el alma pobre de cada cosa por en ella llorar contigo. Y de tanta pena y de tanta agua el mar del que llegamos se hace fuego, y el fuego del que somos se hace luz, y duele como duele el fuego dentro cuando en los sueños se nos clava la verdad.

Yo soy del fuego. Yo soy el fuego. Tanto que mi penar es pena grande solo porque así parece fuego, clava y duele fuerte solo porque así quema cual fuego, grita y grita fuerte solo porque así la inflamación es pura, el llanto vivo, el dolor más.

Yo creo en el fuego. No veo en él condena ni tortura ni infierno: yo al fuego lo llamo amor y gloria y Dios y cielo. Yo soy luz porque de luz es el fuego. Yo estoy ardiendo porque solo ardiendo desmiento el gris y la mentira de esta vida que nos han engañado diciéndonos que es cierta. Lo cierto es el fuego. Lo cierto soy yo. Lo cierto es lo claro, lo intenso, lo fuerte, lo siento. Lo cierto es el fuego.

De ahí que la llama tenga su nombre: en ella está la señal, la ruta, la llamada, el reino. De ahí que en la llama la fuerza sea reina, estampa, sello, color, destino, llego.

Y de ahí que decir sea llamar y que llamar sea creo, y que creo sea estoy y que estoy sea no llego, mas siempre he estado aquí, siempre he jugado al fuego, siempre he ganado al frío, siempre yo, siempre velo.

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