lunes, 28 de febrero de 2011

-Papá: se está cayendo a pedacitos.

-Papá: se está cayendo a pedacitos.

-Es que le llega la muerte luz y enseña, luz y abrigo, y carga con su peso y su bondad oculta, y recorre las calles parte a parte, y arrastra su carisma y su fracaso y se sabe exitoso y peregrino y pierde con su voz.

-A pedacitos, padre, a pedacitos llega, a pedacitos viene, a pedacitos va.

-Es que grita la muerte desde dentro, hijo mío, que le llama la muerte, que no puede llorar, que no se escribe ciego ni en llama ni en angustia: se calla, hijo, se cae, a pedacitos llama al azul de su tierra con tu voz, a pedacitos fuerza su victoria, a pedazos su error.

-¿Pero por qué se cae? ¿Por qué grita en silencio? ¿Por qué nos mira fijo? ¿Por qué frunce en dolor el gesto llano, por qué avisa el dolor?

-Porque caerse duele, porque la muerte acecha, porque quiere vivir, porque se sabe solo y se desea comprendido y entero y generoso y fuerte y entregado y ardor, porque no tiene casa, porque no tiene fuego, porque pesa el dolor, porque está ciego y llaga, porque está fuego y don, porque no hay otra mano, porque no hay dentro alma, porque no queda voz, porque se sabe hombre y veneno del hombre y hombre y Dios, porque quiere saberse voz y yo.


Enviado desde mi iPhone